sábado, 2 de abril de 2016

Sin ánimo de lucro




Esposible que yo sea corto de entendederas, o que sea demasiado despierto. O que unas veces peque de un lado y otras de otro.

La primera vez que leí las siglas ONG me sonó a chiste. Organización No Gubernamental, decían. ¿Y eso era algo bueno? Una organización no gubernamental es la tienda de ropa de debajo de mi casa y sin embargo nunca ha alardeado de no ser del gobierno. En cambio, lo que se anunciaba como ONG me parecía una agencia de funcionamiento oscuro (diría que parecido a un ministerio, con sus negociados, sus gestores de papeles, su cúpula privilegiada, su opacidad verdadera e intrínseca, la persona que te habla siempre habla por otros, todo eso) que ejercía una actividad de titulares de beneficencia pero que no sabría explicar bien y en algún lugar desconocido. Mi amigo F. me decía hace muchos años que los periódicos ponen en su cabecera lo que no son: el que más alardee de diario independiente será el que menos lo sea, el que más intereses espúreos tenga detrás de cada artículo. Pues esto de la ONG me sonaba igual: cuanto más insistía una entidad en que era no gubernamental, más gubernamental me parecía a mí.

A fin de cuentas, la tienda de debajo de casa nunca ha necesitado pregonar que es no gubernamental.

Y que además se usara eso como gancho me parecía el no va más de la estupidez. Me era tan estúpido que me daba mala espina, me parecía un cebo para cazarnos.

Sin ánimo de lucro. Esta expresión está también muy extendida. Y ¡qué casualidad! la emplean con frecuencia todas esas ONG que, ya digo, quieren engañarnos sobre lo que son y lo que pretenden. ¿Sin ánimo de lucro, dicen? Eso hay que verlo.

Podría poner como ejemplo a la vendedora de ropa de debajo de casa, pero no hace falta: yo mismo sirvo. Sí señores, yo tengo ánimo de lucro. Me levanto cada día con intención de ganar dinero, y con ese fin intento ser un buen ingeniero, hacer un buen trabajo y que así quieran que siga haciéndolo. Resuelvo problemas, por dinero. Si no ganara dinero trabajando de ingeniero no trabajaría de ingeniero; no sé qué sería, pero buscaría algo que me lucrara. Además, si tuviera mi vida resuelta y quisiera ejercer de ingeniero gratis et amore no creo que tuviera ni un cliente.

Lo mismo que yo, hay organizaciones que tienen ánimo de lucro. Las empresas existen cuando logran un lucro, y si no lo dan desaparecen. Y no me parece mal.

En el rincón opuesto, tenemos a las empresas (organizaciones, se llaman ellas) sin ánimo de lucro. Las organizaciones gubernamentales están en ese rincón, no quiero pensar que el INEM o los bomberos se han montado para ganar dinero. Pero junto a ellas, en el mismo rincón, tenemos unas organizaciones parecidas que alardean de ser no gubernamentales y que, como las gubernamentales, tampoco tienen afán de lucro.

A mí, lo que más me disgusta de esa expresión es que no lo parece. Yo diría que esa empresa sí tiene ánimo de lucro. Pongo un ejemplo:

Soy socio del RACC. Este año, cansado, decidí darme de baja. Al darme de baja, me dijeron que me iban a hacer descuento, que llevaba mucho de socio y que querían premiarme. Me hicieron un descuento del 50% en la cuota. ¿Por qué no me lo habían hecho los años anteriores? Pues porque para ellos yo era un tipo al que le estaban sacando las perras: todas las perras que podían sacarme. Cuando vieron que se les acababa el chollo, aflojaron la presión. 

Por cierto motivo que no confesaré, he prorrogado mi asociación este año. Y el otro día me llama un comercial de ellos, para decirme que por una módica cantidad puedo... Ya saben cómo funciona esto del telemárketing. 

El caso es que del RACC podría hablarles largo y tendido. Y les diré una cosa: en nada se diferencia de una empresa privada. Cualquier aseguradora, Liberty, Santa Lucía, Allianz, todas se comportarían igual. La diferencia estriba en que los beneficios de las privadas se los reparten las personas y empresas que han invertido sus ahorros en esas compañias (comprando acciones), y los beneficios que obtiene el RACC... se lo reparten los trabajadores con sus salarios y gratificaciones. No estoy diciendo que el sufrido teleoperador que tiene que convencerme de que le compre algo se beneficie de ese beneficio, que quede claro. Pero los socios no nos beneficiamos. Jamás he recibido una comunicación que nos diga que, como ese año ha habido más ingresos que gastos, nos devuelven una parte de la cuota o nos rebajan la del año siguiente. Eso, jamás. Y el comportamiento de todas las personas del RACC que han tratado conmigo ha sido el mismo que si trabajaran para Santa Lucía, pongo por caso. Estoy seguro de que los ejecutivos del RACC se fijan presupuestos y objetivos, se les juzga por sus resultados económicos y se les paga en función de su rentabilidad. Y este espíritu empresarial se transmite hacia abajo: a los directores de zona y de oficina les presionarán para que consigan más socios (es decir, más clientes), que les vendan más productos, etc. Y los directores de zona y de oficina presionarán a los empleados. ¿En qué se diferencian de una empresa "con ánimo de lucro"?

Sólo en las palabras. Porque las dos lo tienen. Pero la empresa con ánimo de lucro no va por ahí diciendo que no tienen ánimo de lucro.

El Instituto Noos también era una empresa "sin ánimo de lucro". Como el Palau de la Música, también aquí en Barcelona. Y ya las conocemos.

Y las cajas de ahorro. Que no sé en qué se diferenciaban de los bancos, pero sí sé que pagaban unos sueldos y prebendas a sus cúpulas directivas de cagarse la perra. ¿Quizá porque no podían tener beneficios?

Otra historia muy diferente es Cáritas. Cáritas es una organización sin ánimo de lucro. Y, si alguien trata con Cáritas, se dará cuenta de que, efectivamente, ahí nadie tiene ánimo de lucro. También la Iglesia, en su conjunto. Conocerán a muchos curas, pero si conoce a alguno de ellos que se haya enriquecido, o que viva como un marajá (me temo que hay algunos obispos eméritos que están dando un espectáculo muy poco gratificante), seguro que lo tendrá identificado como "un mal sacerdote". Podrá rebatirme y decirme que el cura de tal parroquia gallega o tal otro... pero, en el fondo, usted sabe que lo dice sin tener la razón, porque usted mismo sabe que son casos aislados causados por la debilidad de las personas, no de la institución. Y lo mismo que la Iglesia en su conjunto, las instituciones de su órbita, como las cofradías o las agrupaciones.

Pero, salvando estas entidades y unas pocas más en las que confío, para mí "sin ánimo de lucro" significa "queremos tu dinero". ¿Recuerdan lo de la asociación francesa de lucha contra el cáncer? Resultó que el 72% de lo que recaudaban se iba en "gastos de funcionamiento", que incluían los viajes en Concorde y las mansiones en la Costa Azul del presidente. O lo que nunca se supo que pasó en la Liga contra el Cáncer de Tarragona (la versión catalana de la AECC promovida por CiU, supongo que por los intereses que han movido a CiU siempre).

Y, por descontado, la FIFA es una organización no gubernamental sin ánimo de lucro. Y el COI. Y los partidos políticos, si me presionan. 

En fin, yo no estaría muy orgulloso de que me etiquetaran como organización no gubernamental. Y si además recalcan que soy sin ánimo de lucro... para echar a correr.

 


Bob Dylan - The times they are achangin (versión de Knuckles McGee)