jueves, 3 de marzo de 2016

Trump




Nota previa: debe el lector español tener presente que no, las primarias en los USA no son lo que en España, ni la democracia la conciben como la entendemos en España.

Anteayer fue el supermartes. Como expliqué en otra entrada, las primarias americanas se dividen es tres fases: los primeros y anecdóticos estados, el supermartes y los formalismos en el resto de estados.

En el bando demócrata, cuando Hillary barrió a Sanders la semana pasada en Carolina del Sur, quedó claro que iba a noquearle en el supermartes. Y así fue, con lo que por el lado demócrata ya no hay emoción. Quedan muchos estados por hacer primarias, sí, y en teoría Sanders le puede dar la vuelta a la tortilla, también, pero no va a pasar. Es Hillary.

Hillary, porque tiene un discurso nacional. Todos los candidatos intentan ir primaria a primaria. Iowa, New Hampshire, Nevada. Ahí se queman casi todos, porque son estados pequeños, como pocos votos, que obligan a los candidatos a tomar posturas y decir cosas que no cuadran con un mensaje nacional. En Carolina del Sur la cosa se complica, porque hay que empezar a hablar para el sur. Allí, lo que se ha prometido en Iowa no sirve de nada. Más bien, resta. Y el impulso de Carolina vale para el supermartes, donde se vota en 11 o 12 estados por toda la geografía. Es el momento de la política nacional. De hablar para todos, como lo harán en octubre. Hillary ha ganado, y ocurre como en el Tour de Francia: tras la primera semana, ya se sabe quién ganará. Lo sabe el público, y lo saben los corredores aunque sigan corriendo.

En el bando republicano también está claro el resultado: Trump. Como con Hillary, tampoco está cerrado el recuento, pero es lo que va a pasar. Le quedan 4 rivales, y cada semana se rajará uno. Porque, ahora mismo, el panorama es que Trump está actuando como un candidato presidencial, y los demás como perdedores que intentan levantarse de la lona.

En España tenemos una imagen distorsionada de Donald Trump. Ya expliqué, en mi entrada anterior, que Trump empezó muy exaltado: lo necesitaba. Ahora, al contrario, se dirige a todos los americanos. Y también ya a los demócratas, porque - que nadie se llame a engaño- el proceso de primarias ya ha devenido en la primera fase de las presidenciales. Trump sabe que va a ganar la nominación republicana, y está intentando caer bien a los demócratas.

¿Y cómo ve el americano medio a Trump? Es un matiz que se nos escapa a los españoles.  Nosotros estamos acostumbrados a que nuestros candidatos sean auténticas medianías, como Rajoy o Sánchez, funcionarios del partido. Tenemos también a Iglesias, que miente más que habla, dice buscar lo contrario de lo que en realidad quiere, y cuyo currículum vitae se reduce a dar clases de Ciencias Políticas: es decir, un lameculos universitario que no ha sido capaz de ganarse las habichuelas él solito. Y también tenemos a Rivera, que pasó sus primeros años de abogadillo en La Caixa y lo dejó para ser un sempiterno diputado pepito grillo en el parlamento catalán.

Trump, en cambio, es un hombre que no tiene que demostrar nada a nadie. Es un tipo que pelea por sus ideas y - esto lo captan sólo los americanos- vence. En una pelea, Trump no sobrevive, no resiste. Trump vence.

En Estados Unidos la violencia está siempre presente. Desde el colegio, los niños conviven con el bullying y las peleas (no hay serie infantil de televisión que no las incluya), y en un momento u otro todo padre enseña a su hijo adolescente a dar puñetazos. La vida, para los pobres, siempre está rodeada de violencia. Para los ricos, es un continuo huir de la violencia. Y entonces aparece Trump. A Trump le han buscado las cosquillas todos desde hace meses. Le han sacado todo tipo de historias, le han tendido encerronas, le atacan continuamente. Y el americano ve que Trump no elude el combate. Lo lucha. Lo gana siempre, todo lo que le han echado. Y no se ensaña con el vencido. Lo toma como un lance más, un así es la vida. No machaca a sus oponentes una vez les ha hecho saber quién es el macho alfa de la manada.

En Europa, en la vieja Europa, en la que formó el Imperio Romano, no somos así (y cuanto más viejo es nuestro país menos somos así). No, nosotros somos más de pasar desapercibidos. De no destacar. Funcionarios. A ser posible, del registro civil, que siempre seremos necesarios y nadie se mete con ellos. Nada de iniciativas, nada de tengo una idea y nadie me va a parar hasta que la consiga. No, aquí queremos ser tipos grises. Y nuestros líderes son también grises. Pero en Estados Unidos, es el self-made man.

Además, Donald Trump tiene carisma, algo que también penalizamos mucho, por aquí. Tiene carisma, y puede con los periodistas. Aunque sea una rueda de prensa, aunque sean hostiles, Trump les gana. Consigue transmitir su mensaje, consigue transmitir su ascendencia, y consigue parecer... presidente de los Estados Unidos. 

Esto es lo que ellos ven. Es un triunfador, el triunfador que todos quieren ser. Esto es lo que entienden en su mensaje de que devolverá la grandeza a América, al lugar en el que merece estar. Y es la comparación que harán con Hillary.

Hillary lo tiene crudo.






Lone Justice - Soap, soup and salvation