lunes, 30 de noviembre de 2015

Los Sucesos de Noviembre

Vamos a por la décima canción de los Beatles; avisé que serían 12 y que estarían por orden alfabético, así que hay que saltar de la letra I... a la P. Lo siento, he tenido que descartar canciones bestiales como I wanna be your man o Long tall Sally, de la primera época y hoy injustamente olvidadas, himnos como I want to hold your hand o Let it be; también Magical Mistery Tour o Mother Nature's son, por citar sólo unas pocas. Porque la décima es Paperback writer. ¿Y por qué? Pues porque es corta, rápida, brutal.Porque es imposible no tararearla. Y porque si la oye, mañana también la tarareará. Porque ningún grupo hoy podría componerla. Sólo tocarla.

Por cierto, se aceptan apuestas sobre cuáles serán las dos canciones que faltan. A ver si las adivina.


Dentro de cinco años nadie recordará con detalle este noviembre, ni siquiera que a mediados de mes yo siga yendo en mangas de camisa y los domingos a la playa (esto del cambio climático lo quiero tratar en otra entrada). Como mucho, nos acordaremos de París, algo sobre lo que también quiero escribir mas no ahora, pero de lo que tenemos que denominar "los Sucesos de Noviembre", todo en mayúsculas, me temo que se nos irá olvidando sin que extraigamos las enseñanzas que la experiencia nos ofrece en cada ocasión. Por esto quiero escribir estas líneas, pues tengo la esperanza de que me sirvan de memoria cuando esto sea una historia... del pleistoceno.

Ahora bien, para entender el mes conviene saber lo del 29 de octubre en Hostalets de Pierola; la historia completa pueden leerla en diversos medios que viven de la información, como por ejemplo en elpais.com. Les resumo: se han encontrado huesos fosilizados de un mono desconocido que parece ser que vivió por estos lares hace tres millones de años, y este mono tiene de particular que tenía la articulación del codo ya como los homínidos actuales; esto le confiere un carácter de "eslabón perdido" en la cadena evolutiva y por lo tanto tiene especial interés. Pues bien, resulta que en la rueda de prensa que siguió a la presentación pública del hallazgo, y tras la explicación de su importancia que hicieron los científicos principales, el reportero enviado por el hipersubvencionadísimo - y ya saben por gracia de quién- diario Ara (ningún medio lo identifica, pero ya les digo yo que son ellos, y si dudan lean la crónica del Ara) preguntó, totalmente en serio, si del hecho de que la mona apareciera en Cataluña y no en "España" se podía deducir que españoles y catalanes descendemos de monos diferentes.

En pocas palabras: la mitad de los catalanes creen que venimos de monos diferentes. Sí, ya sé, cuesta de creer, pero todos estamos de acuerdo que no se manda al tonto del pueblo a cubrir una presentación científica. Se supone que era un periodista (con título universitario superior, por lo tanto) de los de más luces de la redacción. Y que una redacción es un lugar donde se sabe lo que está pasando en todo el mundo, digo yo. No hablamos de un paleto de Solsona.

Lo que quiero decir es que podemos decir que la mitad de los catalanes cree que Mas no es corrupto, que la secesión es buena, que los catalanes de verdad no somos españoles, que los parados de Badalona y l'Hospitalet los tienen oprimidos y colonizados y que los españoles nos roban, pero yo ya prefiero decirlo así: creen que venimos de monos diferentes. Si usted habla con dos catalanes cualesquiera, casi seguro que uno de ellos lo cree.

Sin embargo, como el sistema electoral nuestro le viene muy bien a los de CiU, porque hace que el voto del paleto de Solsona valga cuatro veces el nuestro barcelonés, en nuestro Parlamento son mayoría los que creen que venimos de monos diferentes. Y esto explica los Sucesos de Noviembre. Empezamos.

Cuando se instituyó la composición del Parlamento, se eligió como presidente del mismo a la inefable Carmen Forcadell, quizá la más fanática de todos los diputados, CUP incluida. Ya que fanatismo es, según el DRAE, "apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas". Al instante, la coalición del Astuto, Convergencia con ERC y un grupo de "independientes" como la misma Forcadell (aceptemos pulpo como animal de compañía) presentan una solicitud para que el Parlamento se declare independiente de las leyes españolas. Y de sus tribunales, además. La idea era que se aprobara al día siguiente, pero ahí intervinieron los otros partidos.

La respuesta del PP y de C's la relaté en mi entrada ocaixa o faixa: el trámite tenía que cumplir los pasos estipulados en el reglamento de la cámara y no podía ir tan deprisa. Esto, Forcadell, no se lo esperaba: también hay normas catalanas y no se las podía saltar.

Aunque lo hizo, si bien la cosa no fue tan rápida como quería. Pero lo hizo, y el 9 de noviembre el Parlamento de Cataluña proclamó lo que se suponía que era la declaración de independencia con respecto a España. Lo que pasa es que, para entonces, ya no era lo mismo. Haberla proclamado en octubre tenía su aquel, su puntito de épica, el llegar al Parlamento y proclamar por las buenas que a partir de ahora aquí sólo mandan ellos. Pero no, resulta que el reglamento está por encima y el reglamento dice que hay que esperar. Y se esperan unos días. Y, claro, el 9 de noviembre, pues como que ya no había entusiasmo. Entre que la proclama no lo decía con mucha claridad, y que se había tratado casi como un asunto del día más, pues que nadie se lanzó a la calle a proclamar su alegría. Nada de algaradas, ni coches sonando las bocinas; ni un triste contenedor quemado. NI fiesta en los coles, ni nada de nada. El día que se tramitó, cada uno se dedicó a lo suyo como cualquier otro día. Hubo gente que ni se enteró. ¿Así se proclaman las independencias?

Sin embargo, aunque el tiro parecía de fogueo sí había sido un tiro. Y el Estado respondió. Había tenido tiempo para prepararse bien, y la respuesta (respetando también los tiempos reglamentarios, por descontado) llegó de la manera más sencilla: el Tribunal Constitucional declaró por unanimidad que aquello no podía ser. La novedad esta vez vino en que se acompañó con una notificación concreta a 21 personas, y que hace poco el PP reformó la ley para que desobedecer al TC significara ir a la cárcel por la vía rápida. Los políticos catalanes, faltaría más, respondieron muy chulos por boca de la portavoz del gobierno que ellos se ciscan en las notificaciones del TC. Aunque no habían contado con que una de las notificaciones sería para Pere Sol, y por ahí se hundió todo. Pero no adelantemos acontecimientos todavía. Estábamos en que se había proclamado la independencia, pero nadie había hecho caso: la vida seguía.

Y si la vida seguía, había que nombrar un presidente del gobierno local, un "Muy Honorable". Convergencia insistía en que el Muy Honorable era el Astuto o nadie más, pero necesitaba los votos de la CUP. Cuando la declaración se conoció en una reunión del gobierno en funciones, algunos consejeros, los que en realidad sí saben que venimos todos del mismo mono, saltaron contra Mas. ¿Cómo se podía haber hecho esa concesión a la CUP a cambio de anda, sin firmar nada? Mas estalló y les acusó de no querer que él repitiera como Muy Honorable. La bronca pública no pasó de ahí, y durante los días siguientes todos vimos como el Astuto se arrastraba por los suelos mendigando a la CUP. Y el vaso se desbordó cuando, en discurso en la tribuna parlamentaria, prometió todas las burradas que quiere la CUP. La CUP dijo que no, Mas volvió a su casa y las aguas subterráneas se movieron.

¿Qué fue lo que pasó? No lo sabemos todavía, pero nos lo podemos imaginar. En ese momento, el panorama es que el Parlamento se había declarado en rebeldia con un evidente nulo respaldo popular, que el Estado había advertido a los 21 nombres clave que los iba a inhabilitar como no recularan, que tocando a Pere Sol habían parado en la práctica cualquier proceso ilegal, que se hablaba de suspender la autonomía y de gestionar en Madrid la economía catalana (lo que supondría cortar el chorro de dinero que se escapaba en la partida de hospitales y centros sanitarios). Además, habían convertido el tema catalán en monotema en España, no se hablaba de otra cosa y el resultado era que estaban mejorando las expectativas de Rajoy para las generales: cuanto más Cataluña, mejor para el PP. Increíble, ¿no?

Pues así era. Rajoy, para no cargar en solitario con la responsabilidad de cargarse una autonomía (¡y qué autonomía!), había invitado al del PSOE a apoyarle. El del PSOE, que no podía decir que apoyaba a Cataluña, dijo que sí a Rajoy, pero para no cargar en solitario con la responsabilidad de ser el que apoyó al tío del PP que se cargó una autonomía (¡y qué autonomía!), le dijo a Rajoy que contase también con Rivera. El de Podemos protestó porque quería que le invitasen a él también, y entonces Rajoy se encontró con un filón: todo el mundo tuvo que pasar por la Moncloa, y resulta que a la salida tenía que dar una rueda de prensa contando lo que habían hablado y cuál era su postura. Es decir: todo el mundo tuvo que retratarse. ¿Quién iba a decir que apoyaba a Cataluña? Claro, nadie. Pero además tenían que decir qué proponían ellos.  Aquello parecía el beso de la muerte para los que siempre han nadado y guardado la ropa. Esas ruedas de prensa revelaban lo peleles que eran algunos (a los que no nombro). Para más inri, resulta que todo el mundo pasa a estar de acuerdo con Rajoy, que Rajoy representaba a toda España y que era un líder sólido al que todos seguían. Vaya, la postura de fuerza le convenía a Rajoy. Que es posible que, por él, se hubiera achantado como hace siempre y dicho que "es sólo una proclama, esperemos a ver si hacen algo independiente"... Pero, como iba bien para las elecciones, había que ser un bulldog. Y con un Madrid bulldog estaba claro que la broma se había acabado.

Otro dato es que se hizo público que Aguas de Barcelona se trasladaba a Madrid. Que lo había hecho justo antes de las elecciones pero que no se sabía. AGBAR se sumaba a una lista enorme de ricas empresas que se largaban. ¿Qué estaba pasando aquí?

Pues precisamente una de esas empresas es Grífols, una de las más significadas a favor de la independencia. Se larga a Irlanda; primero, la puntita nada más, pero ya verán como acaba irlandesa del todo. Y resulta que hay algo que saben hasta los del mono catalán: el Astuto tiene un puesto garantizado en Grífols-Canadá. Un puesto honorífico, claro, de esos de quedarte en casa que ya mandaremos los cheques; porque Mas sólo ha trabajado en la privada una vez en su vida, cuando veinteañero se metió en la empresa familiar. La hundió, y cuando quebró su padre lo colocó de recomendado en Convergencia, y hasta ahora. Así que en Grífols saben que tendrá una tarjeta de visita de nueve líneas, y que no hay que pedirle que fiche. Que no tendrá despacho, vaya. 

Pero Canadá sí tiene tratado de extradición con España, así que Mas no puede largarse sin antes un trato con el gobierno. Y de momento no hay trato, así que ha de ser presidente o nada. Porque la nada, para él, es la cárcel. De ahí que el Astuto se arrastrara ante la CUP delante de todos. Es decir, que por sus votos el gobierno iba a hacer lo que quería la CUP. 

Para que sepan cómo las gasta las CUP, tras los atentados de París el Ayuntamiento parisino proyectó sobre la fachada del ayuntamiento los colores de la bandera francesa, ya ven, y la CUP saltó (en twitter) protestando: "¡Esto no es solidaridad! ¡Los colores de una bandera imperialista!". 

Vamos, que estoy seguro de que los teléfonos no pararon de sonar. Me imagino a todos los pequeños empresarios y terratenientes de todas las comarcas, "a quién conoces tú que pueda llamar en Convergencia", "qué estáis haciendo, os habéis vuelto locos", "que esto de la independencia era de coña, tú, que el objetivo era negociar más dinero"...

Y para colmo de males, el viernes por la noche (es el 13 de noviembre), los atentados de París. De repente, el mundo, que por fin estaba mirando lo que pasaba en Cataluña (aunque la opinión del mundo no era la deseada, todo hay que decirlo), deja de mirar a Cataluña. ¿A quién le importa ahora, lo que pasa en Cataluña? Vamos, que se había declarado la independencia y nadie hacía ni puto caso.

Total, conciliábulo el fin de semana en Convergencia. El tiro ha salido por la culata, no hemos conseguido nada de nada de lo que queríamos, todo el mundo nos detesta, nadie nos apoya, y nos estamos metiendo con el TC en un berenjenal de no te menees. Y esta vez estamos solos, tú, que  también han citado a Pere Sol.

¿Quién es ese Pere Sol al que el Tribunal Constitucional ha notificado que no se pase ni un pelo de la legalidad española? ¿Y qué importancia tiene? Pues resulta que Pere Sol es el secretario del Parlamento. Es el tío que tiene que plasmar en un papel los acuerdos orales de los diputados. Y hacer circular ese papel para que sea ley o lo que toque que sea. En definitiva, el Parlamento sólo dice lo que Sol escribe; si no escribe nada, como si no hubieran dicho nada.   Es un abogado al servicio de los diputados... y es un funcionario. Si no le hubieran citado, Sol habría podido tramitar todos los acuerdos y todo lo demás, y habría alegado que sólo cumplía órdenes, que no podía negarse, etc. etc. Pero con la notificación, el TC le dice que no tiene defensa. Que si sabe lo que hace, y por supuesto que lo sabe, se le juzgará por hacerlo. 

Y la importancia de dar el palo a Sol es que en su nombre se lo están dando a todos los funcionarios. Y a todos los mozos de escuadra. Ningún funcionario y ningún policía podrá argumentar que sólo era un funcionario que cumplía órdenes: se les perseguirá a todos. Ésa es la amenaza que transmite la notificación a Sol, y todos los funcionarios y policías la han captado y entendido. Seguro que los bares de funcionarios están llenas de frases tipo "a mí, me lo tendrán que decir por escrito", porque ven lo que está pasando con el juicio del 9 de noviembre del año pasado, pero además tienen miedo: no cabe duda de que muchos, ni aunque se lo digan por escrito. Y este miedo, esta negativa a colaborar, se transmite de abajo arriba. Y llega a los cargos políticos, a los directores generales, y de éstos a los consejeros. Ese sábado, los de Convergencia saben que podrán hartarse de pronunciar proclamas: no van a pasar de ahí, y eso les va a convertir en la rechifla de todos. Han fracasado, y lo saben. Su mierda de revolución no les ha llegado ni a mitad de mes, la proclama del 9 el día 14 está muerta.

Ese mismo fin de semana empezaron la marcha atrás.

El primer paso lo dio el mulá de Convergencia, Quico Homs, que como ERC dijo que ni hablar de que repitiera como diputado en BCN ha coseguido que lo nombren candidato a diputado en Madrid. Sí, el que dijo que se iban a presentar con una fórmula electoral "superimaginativa" y que todo el mundo iba a alucinar con lo astutos e inteligentes que eran. Sí, el más talibán de los talibanes de aquí, el que ahora clama (a veces) que hay que ir a Madrid a negociar aunque todo el mundo sabe que con él no se puede ni hablar del tiempo.

Pues el caso es que el mulá Homs dijo ese fin de semana que, como la CUP no ha apoyado al Astuto Líder, que la propuesta se da por retirada. Que retiran la declaración de independencia, vaya. Esto no ha pasado todavía, que yo sepa, pero nos muestra porqué buscan la independencia: en realidad no la buscan, es un artículo de negociación. Como montar una biblioteca en Solsona o un puesto para tu cuñado.

Mientras tanto, el gobierno de Madrid pinchó un poco más: el ministro de Hacienda, como Cataluña no tiene ni para pagar los sueldos de los políticos, dijo que ya no daba el dinero en sacos para que ellos(los catalanes) paguen; que les presenten a ellos (los madrileños) las facturas y ellos (los madrileños) las pagarían. Si les convencen, eso sí. Y, para empezar, hay más de mil millones del año pasado que no sabemos en qué os los habéis gastado, justificadlo por favor. Y… cuando llegó el día de pagar a los funcionarios y políticos, el Astuto dijo que haría lo que le dijeran, pero que por favor por favor por favor. Como suele decirse: "por los huevos".

En estas, que los imputados van reflexionando en sus casas y empiezan a entender el lío. La sra. Forcadell, la fanática independentista, no ha vuelto a abrir la boca. Nadie, de hecho. Todos callados. Menudos bravucones, que un tirillas con gafas les ha respondido "¿perdón, decía usted?'" y se han achantado como si el tirillas tuviera detrás a los cortacabezas del Estado Islámico.

¿Y las empresas? ¡Siguen yéndose! O crean filiales para ir preparando su particular desconexión. Es tan evidente la cosa, que ya casi toda Convergencia clama que ha sido un error, que en mala hora se les ocurrió... Por cierto que Convergencia no sobrevive a estos Sucesos de Noviembre: se cambian de nombre, a partir de ahora quieren que les llamemos Democracia i Llibertat. ¡Cinismo! Estos chicos, dime de qué presumes y te diré de qué careces.

Y lo mejor, para el final. El Parlamento catalán, ante la declaración del TC, ¡ha recurrido al TC! Ellos, que declaraban que a partir de ahora les importaba un pito lo que dijera el TC, resulta que lo primero que les dice el TC les importa muchísimo ¡y eligen razonar con el TC! ¡Increíble! Pero si esto parece lo más increíble de esta historia, es porque no hemos hablado de lo que ha argumentado el Parlamento catalán: que no se puede declarar inconstitucional su declaración de independencia, porque es sólo palabras, sólo declaraciones, no son actos. Sólo palabrería inútil, vienen a decir, que no hay que tomar en serio. ¡Así se declara la independencia, cojona!

E insisten: están amparados por el derecho de expresión. La declaración es sólo una expresión de la política, dicen. Y prohibir su declaración es fascismo y antidemocrático.

Yo soy ingeniero, no estoy versado en los intríngulis del Derecho y es fácil liarme. Pero se me antoja que el derecho de expresión está limitado por lo que llamaríamos los cauces. Se pueden decir las cosas, pero en los sitios adecuados y en las formas adecuadas. Voy a poner un par de ejemplos.

El primero de ellos sería una multinacional. Pongamos Volkswagen. Pongamos que el presidente de Volkswagen España va por libre y se descuelga con unas declaraciones en las que reniega de la compañía madre y declara que a partir de ese momento Volkswagen España hará lo que le dé la gana; por ejemplo, fabricar coches de Opel. Volkswagen Alemania, es fácil imaginarlo, le dirá al mandamás de Volkswagen España que ya está tardando en retractarse o se va a la calle con una demanda de cagarse la perra. Imaginen entonces que el mandamás de Volkswagen España protesta ¡en público! diciendo que él sólo se estaba expresando y que Volkswagen Alemania era una empresa fascista que estaba coartando su derecho a expresarse. Cualquier juez le dirá al presidente de Volkswagen España que si quería (expresar su deseo de) fabricar coches Opel en vez de Volkswagen, lo que tenía que haber hecho era ir a una reunión en Alemania y, en privado o con el círculo de presidentes de las filiales de Volkswagen, expresarle al  presidente absoluto su deseo. Ahí está su derecho a expresarse. Y si al salir de la reunión no está de acuerdo con lo acordado, debe tragar o largarse. Todos de acuerdo, ¿verdad?

El segundo ejemplo mucha gente no lo sabe, y lo explico para explicar hasta qué punto el derecho de expresión se respeta si se ejerce en el cauce adecuado. Durante el servicio militar, un recluta puede quejarse de la instrucción, de la línea que sigue el Ejército o de que el teniente Sánchez no le trata como debe ser. El recluta puede, y no le pasará nada, siempre que siga el conducto reglamentario.

Cada mañana, la tropa forma. Se pasa lista y revista, y el cabo primero pregunta al pelotón si alguien necesita visita médica; por ejemplo, porque se haya puesto enfermo por la noche. Y también pregunta si alguien quiere hablar con el capitán. Acto seguido, rompen filas y cada uno se va a su puesto, quedándose los que quieren ir a la enfermería y los que quieren hablar con el capitán. El primero les pregunta, uno a uno, qué tema quieren hablar. Si lo puede resolver él, lo resolverá, y si no, lo pasará al suboficial que toque. Éste hará el mismo proceso, y así hasta el capitán. O el coronel, si se tercia.

Además, hay un medio seguro de llegar hasta el capitán o el coronel: consiste en insistir que el tema es privado. Esto puede ser. Por citar casos que conozco, yo tuve un compañero que se hacía pis en la cama y otro que contrajo una enfermedad venérea incurable y muy contagiosa. Ambos se licenciaron antes de tiempo. Yo mismo, en mi tiempo, hablé con el capitán y le pedí permiso para abandonar el país (haciendo la mili). El capitán escuchó mis motivos, le parecieron bien y me dijo que eso no lo podía aprobar él, pero que tramitaría el permiso a instancias superiores.

Pues bien, un soldado puede, en un modo educado, quejarse al capitán de lo que quiera. Otra cosa es que el capitán no le haga caso, pero si el soldado ha sido correcto y bienintencionado, no sufrirá represalias.

Pero si el soldado se salta el conducto reglamentario y cuelga en la entrada de su garita un cartel que diga que a partir de ahora se cisca en lo que diga el Ejército y que dejará pasar sólo a quien le dé la gana, me temo que el argumento de su derecho a la expresión y que el cartel es sólo una expresión tendrá un recorrido muy corto.

(Corresponde ahora que traslitere la situación del Parlamento catalán a estos ejemplos, pero no es necesario).

Hoy, el mes de noviembre ha acabado y queda claro que la declaración de independencia tiene menos validez que la expresión "este año el Zaragoza ganará la liga". Nadie hace caso, nadie se acuerda ya de esta estupidez, y a los declarantes se los ha tragado la tierra. Ya ven qué poco ha hecho falta para que se echaran atrás, ni 155 ni gaitas. Uno puede preguntarse: ¿acaso no previeron estas cosas? ¿No se prepararon? Pues no y no, por lo que parece.

Y así acaban los Sucesos de Noviembre. Ha resultado todo una farsa urdida por unos gañanes tan inútiles que era imposible que aquello llegara a algo. Y podemos estar seguros de que no ocurrirá nada hasta dentro de, por lo menos, treinta años. Hasta que de estos gañanes no quede ni uno.

Ahora sólo falta que los catalanes que creen que son de monos distintos se den cuenta de lo que está pasando. Lamento decir que eso no ocurrirá jamás, pero nos hemos reído con estos Sucesos.

Para terminar, les contaré una anécdota de finales de noviembre. En el momento más crítico de las farmacias, cuanto más se hablaba que entraban en quiebra. Hablo con una farmacéutica de Barcelona, propietaria de su farmacia. Persona, por lo tanto, que creemos ilustrada y con criterio para discernir lo que está pasando. La pincho con el tema de que no cobra y le pregunto si cree que algún farmacéutico habrá votado a Mas. Pues ella misma, sin ir más lejos. Y me argumenta: ¿a quién, si no? Y me explica que lo que pasa es que Madrid tiene tirria a los catalanes por lo de la independencia, y que retiene el dinero porque se ha enfadado. Reconoce, sí, que al Govern le ha faltado previsión, pero esa es toda su queja. Quizá esto explique muchas cosas, incluyendo lo lumbreras que son los líderes de estos tíos.

En fin. Este es mi relato de los Sucesos de Noviembre, que muchos querrán que caigan en el olvido. Me pregunto si  extraeremos lecciones de ellos.