martes, 4 de marzo de 2014

Miércoles de Ceniza, ayuno y abstinencia


Mañana es Miércoles de Ceniza; uno de esos días litúrgicos que uno recuerda de su infancia (si ha sido educado en el catolicismo, claro). Y es que el rito de la imposición de ceniza impone. Ahora quizá menos, porque creo que de niño se decía la frase "Acuérdate que epolvo eres y en polvo te convertirás", no sé decirles si en latín o no, y ahora se dice "Conviértete, y cree en el Evangelio". Y como que no es lo mismo. Pero sigue imponiendo un poco, sí.

Por cierto, ¿sabe usted de donde proviene la ceniza? Del Domingo de Ramos del año anterior, de los ramos que se utilizaron ese día.

La verdad es que, aunque no sea usted practicante, le aconsejo que se acerque a una de las misas de ese día. Siéntese al fondo, escuche en silencio, reflexione. Luego, si quiere, siga con sus quehaceres diarios. Cien a uno a que descubrirá que el rato que ha parado para reflexionar le ha sido muy beneficioso. Probablemente, incluso se esté preguntando porqué el hombre actual, con sus prisas y su necesidad de que todo tenga un objetivo, deja de lado la tremenda oportunidad que es la llamada a la pausa y la reflexión de las celebraciones católicas.

Seguimos. El Miércoles de Ceniza es, además, día de ayuno y abstinencia. La abstinencia rige entre los 14 y los 59 años, y el ayuno entre los 18 y los 59. La abstinencia consiste en no comer carne, y el ayuno es el compromiso de hacer una única comida. Siempre, además, referido a personas sanas y sin requerimientos especiales: si está usted siguiendo un régimen, por ejemplo, queda eximido.

Hasta aquí, el conocimiento habitual. Y, claro, la crítica es facilísima: puede que antes fuera un scrificio no comer carne, pero hoy en día... ¿es un sacrificio, una parrillada de marisco? O un desayuno de los del Gran Hotel, seguido de una comida pantagruélica, por ejemplo.  ¿Dónde está el sacrificio, si en vez de un bocadillo de chorizo lo tomamos de queso?

Ahí entra algo que no suele abundar, el sentido común. Lo importante es la idea. Y la idea base es que la abstinencia es un sacrificio. Pues, punto primero, aunque comer pescado no sea un sacrificio, sí lo es el cumplir la norma.

Por otro lado,hay situaciones en las que seguir el precepto sería embarazoso y por lo tanto el sacrificio, excesivo: por ejemplo, si participa usted en una comida de negocios. Las reglas del decoro le exigen un comportamiento de comer de todo, con lo que si se sirven platos con carne usted queda dispensado de la abstinencia. Lo mismo si está en un viaje organizado, con menú fijo: coma de lo que le den, y no se preocupe.

Por cierto, para definir lo que es carne y lo que no, permítanme usar la expresión que cita a menudo Julio Verne: carne es lo de "pluma o pelo".

Y lo del ayuno, también ha de entenderse correctamente. Es una llamada a evitar los excesos, no una petición de pasar hambre. Un desayuno sobrio, una comida habitual, una cena ligera, más o menos normal.

Más aún: ambas prácticas pueden sustituirse por un sacrificio que en conciencia uno considere equivalente o superior: así, es habitual que los nazarenos que hacen Estación de Penitencia el Viernes Santo no hagan también ese día ayuno.

En fin, ayuno y abstinencia, como la misa de Miércoles de Ceniza, son prácticas que están cayendo en desuso, hasta el punto de que son ya totalmente minoritarias. Sin ir más lejos, un reflejo lo verán en la mayoría de los restaurantes, que no ofrecen un menú sin carne.

La pregunta, entonces, es si hemos llegado al punto en el que la misma religión católica es minoritaria. Yo, les confieso, no lo sé. Pero sí me he dado cuenta de que, en mi barrio, todas las iglesias han suprimido misas dominicales. Si por la tarde daban tres, ahora una. Si daban una, ahora ninguna. Me he ido fijando, los horarios se exponen en las puertas, y en mi barrio hay muchas iglesias. Pienso, entonces, que no es algo puntual de una iglesia, sino una tendencia general. ¿Y cuál es la tendencia? ¿Menos fieles, y por ello menos misas necesarias? No, yo creo que es lo contrario: menos sacerdotes. Cada vez más viejos, cada vez menos, esto tenía que pasar. Y probablemente irá a más. Aunque, claro, no es algo que podamos arreglar nosotros: lo que tenga que ser, será, y tarde o temprano se sabrá. 

Pero es un poco triste comprobar cómo, poco a poco, las tradiciones que uno aprendió de niño se van perdiendo, y a las pocas que aún siguen se las va despojando de significado, desvirtuándolas cada vez más.

En fin. Con el Miércoles de Ceniza empiezan 40 días en los que quizá debiéramos reflexionar sobre hacia dónde estamos evolucionando, como personas y como sociedad. Intentemos aprovechar la oportunidad.



Peter, Paul & Mary - Light One Candle