miércoles, 10 de abril de 2013

Normas estúpidas... de otros (por una vez)

Finalmente gano Louisville.... ¡No, no cuelgue! ¡Esta no va a ser una de mis aburridas historias sobre baloncesto, de verdad!

Lo que pasa es que el hecho de partida de todo es... que ganó Louisville. Pero les aseguro que esta historia va sobre normas. Por favor, siga leyendo.

(Un momento, lo primero es lo primero: la historia la he leído en http://www.cbssports.com/collegebasketball/story/22045021/silly-ncaa-rules-stop-louisville-men-from-supporting-women-in-final-four, aunque también la he encontrado en otros canales).
Pero bueno, a lo que iba. Resulta que Louisville ganó el campeonato masculino de baloncesto. Lo cual es raro, pero resulta también que el equipo femenino de Louisville iba a jugar la final del campeonato de baloncesto al día siguiente. Y eso también es raro, pero que los dos equipos de una misma universidad jueguen la final el mismo año.... bueno, eso es más que extraordinario.

El siguiente dato es que la final masculina se jugó en Atlanta (Georgia, mientras que Louisville está en Kentucky), y la final femenina se jugaba en Nueva Orleans. ¡Que menos que ir de Atlanta a Nueva Orleans, los flamantes campeones, a apoyar a sus compañeras! Pues no. Todos lo sentimos, pero no. La NCAA lo prohibió, (la NCAA es la entidad que organiza los torneos) y Louisville no quiso arriesgarse a que les desposeyeran del título. Las reglas de la NCAA lo prohíben. Los chicos se volvieron a Kentucky y sólo el entrenador, Rick Pitino, representó al equipo en la otra final.

Y ustedes (si a estas alturas todavía queda alguno) me preguntarán: ¿porqué prohibió la NCAA que los chicos animaran a las chicas? Pues porque... (agárrense) iban a ir de un sitio a otro en avión. ¿Y qué? me dirán, es lo lógico ¡Ah, pero es que iban a volar gratis! Los chicos no iban a pagarse el billete, lo pagaría el equipo, es decir, la Universidad de Louisville. Héte ahí. La NCAA consideró que eso sería un pago en especie, no contemplado en la beca escolar.  ¡Ah!

Espectacular. Al final (pero muy al final), algún mandamás de la NCAA se dio cuenta de la estupidez de la decisión y autorizó el desplazamiento, pero ya era tarde: los chavales ya estaban volviendo a casa, quedaban unas horas para el otro partido y el escándalo, en Estados Unidos, ya estaba organizado.

¿Porqué Louisville acató la primera decisión? Porque la NCAA no se gasta con chiquitas. Según cuenta mi fuente, el equipo de fútbol de Carolina del Sur fue sancionado porque, un año, la mujer del entrenador envió una felicitación navideña a los chicos de instituto que ya habían firmado la solicitud oficial de ingresar en la universidad y en el equipo. 

También, el equipo de fútbol de Nebraska ha sido suspendido por dos años porque (¡fíjense qué delito!) la universidad había comprado a los jugadores unos libros que los profesores habían recomendado como apoyo de las asignaturas, sin ser libros obligatorios de texto. Y, claro, el alcance de la beca escolar de los chicos cubre los libros de texto, sí, pero sólo los obligatorios. Los recomendados equivalían a pago en especie, y por tanto una violación muy grave de las normas.

Otro ejemplo más es la Universidad Estatal de Boise: el equipo de fútbol montó un campus voluntario de entrenamiento, en verano, y algunos de los chavales que iban a empezar aquel año acudieron... y durmieron en las casas que tenían asignadas algunos de los miembros veteranos del equipo. En los sofás y cosas así. La NCAA fue inflexible: pago en especie. En la condena de uno de ellos, se le acusó de un beneficio de 2,34 dólares. El castigo fue tres años de prueba y nueve chavales que perdieron la beca de estudios. 2,34 dólares. Si luego el chaval se lía a tiros con todo el que pille en el campus, la verdad,...

Por supuesto, la NCAA gana millones de dólares gracias a finales como la que ganó Louisville y (menos, pero también) la que iba a jugar - y perder, lo siento- el equipo femenino. Con esa política, si la NCAA fuera una empresa que compitiera en un mercado libre, habría cerrado hace mucho, mucho tiempo.

Como ven, burócratas y estúpidos estrictos los hay en todos lados. Gente que interpreta y exige la norma al pie de la letra, también. Hay que saber cuando algo está bien y cuando algo está mal. Y cuando algo está mal, aunque la norma diga que se haga, hay que saber flexibilizar la norma. O la norma en sí misma está mal.

El mundo sería más feliz si algunas personas supieran interpretar lo que se les encomienda, ¿no creen?