lunes, 1 de octubre de 2012

Algunos chistes son más viejos que la manzana

Hay un grandísimo relato corto de Isaac Asimov sobre los chistes.  Si quieren leerlo íntegro (opción recomendada): http://es.scribd.com/doc/63016503/Asimov-Isaac-El-Chistoso

(para los no versados en Asimov, un elemento recurrente en sus historias es Multivac, el super ordenador que lo controla/conoce todo. Hay que tener en cuenta que son relatos de los 40, 50 y 60).

La historia va sobre un científico que investiga (es decir, consulta a Multivac) los chistes. Extraigo, como resumen para los presurosos, tres fragmentos del texto antes enlazado.

Un primer fragmento:
-La primera pregunta es la siguiente: ¿de dónde proceden todos esos chistes
-¿Cómo?
-Sí, ¿quién los compone? Escuche, hace cosa de un mes, me pasé toda una velada intercambiando chistes. Como de costumbre, yo conté la mayoría de ellos, y también como de costumbre los tontos se rieron. Acaso pensaban en efecto que tenían gracia o tal vez deseaban animarme. En todo caso, un individuo se tomó la libertad de darme una palmada en la espalda, asegurando: «Meyerhof, sabe usted diez veces más chistes que ninguno de mis conocidos». Creo que decía la verdad, pero sus palabras suscitaron en mí un pensamiento. No sé cuántos cientos o acaso miles de chistes habré contado en una u otra época de mi vida. Sin embargo, el hecho es que jamás inventé ninguno. Ni siquiera uno. Sólo los repito. Mi única contribución se reduce a contarlos. La primera vez, los oigo o los leo. Y la fuente de mi audición o de mi lectura tampoco ha compuesto esos chistes. No he encontrado nunca a nadie que pretendiera ser el autor de un chiste. Siempre dicen lo mismo: «Oí uno muy bueno el otro día...» O bien: «Recientemente me contaron algunos muy buenos...» ¡Todos los chistes son viejos! A eso se debe que resulten tan atrasados y tan…
 Un segundo fragmento:
-Parece cosa de locos... Multivac afirma que son de origen extraterrestre.
-¿Cómo dice? -preguntó Trask.
-¿Es que no me ha oído? Los chistes que reímos no fueron compuestos por ningún hombre. Multivac ha analizado todos los datos, y la única respuesta que concuerda con los mismos es que alguna inteligencia extraterrestre ha compuesto los chistes..., todos ellos..., y los ha infundido en mentes humanas seleccionadas, en épocas y lugares escogidos, de tal modo que persona alguna tiene conciencia de haber compuesto ninguno. Y todos los chistes siguientes son variantes menores y adaptaciones de aquellos grandes originales.

Meyerhof, con el rostro resplandeciendo por el orgullo que sólo puede conocer un Gran Maestro que, una vez más, ha formulado la pregunta debida, prorrumpió:

-¿Así que todos los escritores de comedias no hacen sino retorcer los antiguos chistes para ajustarlos a los nuevos propósitos? Ya sabíamos eso. La respuesta encaja.
-¿Pero por qué? -preguntó Trask-. ¿Por qué crearon los chistes?
-Multivac dice que el único propósito que concuerda con todos los datos es el estudio de la psicología humana. Nosotros estudiamos la psicología de las ratas obligándolas a encontrar su camino en un laberinto. Las ratas ignoran por qué. Y aun si se dieran cuenta de lo que pasa, que no se la dan, tampoco lo sabrían. Esas inteligencias exteriores estudian la psicología del hombre, anotando las reacciones individuales con respecto a anécdotas cuidadosamente seleccionadas... Sin duda esas inteligencias exteriores comparadas con nosotros nos superan tanto como nosotros a las ratas...
Y por último, el final:
Whistler se entregó de nuevo a su trabajo, en silencio y con los dientes apretados, poniendo en marcha otra vez a Multivac y sus máquinas complementarias. Pasó otra hora, al cabo de la cual, estalló en una ronca carcajada.

-¡Una delirante pesadilla! -exclamó.
-¿Cuál es la respuesta? -preguntó Meyerhof-. Quiero las observaciones de Multivac, no las suyas.
-Conforme. Aquí la tiene. Multivac manifiesta que en cuanto un simple humano descubra la verdad, este método de análisis psicológico de la mente humana se convertirá en inútil como técnica objetiva para los poderes extraterrestres que ahora la emplean.
-¿Quiere decir que ya no habrá más chistes transmitidos a la humanidad? –preguntó débilmente Trask-. ¿O qué quiere decir?
-No más chistes -repuso Whistler-. ¡A partir de ahora! Multivac dice ahora. El experimento ha terminado ahora. Habrán de introducir una nueva técnica.

Se miraron con fijeza. Pasaron los minutos, hasta que por fin Meyerhof dijo lentamente:
-Multivac tiene razón.
-Lo sé -asintió vacilante Whistler.

Incluso Trask añadió en un murmullo:
-Sí. Así debe ser.

Fue Meyerhof quien aportó la prueba efectiva, Meyerhof, el consumado chistoso.

-Todo pasó, sí, todo pasó. Hace cinco minutos que lo intento y no se me ocurre un simple chiste, ni uno sólo. Y si leyera uno en un libro, no me reiría, lo sé.
-El don del humor se ha desvanecido -dijo Trask lleno de melancolía-. Ningún ser humano volverá a reír jamás.

Y los tres permanecieron allí, con la mirada fija, sintiendo reducirse el mundo a las dimensiones de una experimental jaula de ratas... Habían retirado el laberinto, y algo..., algo sería puesto en su lugar.
Imagino que se burlarán de mí por leer a Asimov; sólo puedo responderles: ustedes se lo pierden. Yo ya estoy acostumbrado a las burlas. Les aseguro que el relato entero se lee con mucho placer, y lo mismo podría decir de los demás.

Pero en realidad no es de esto de lo que quería hablarles, lo dicho hasta ahora simplemente ha sido una introducción para que me entiendan con lo que sí quería contar: seguro que esto (pinche en el "esto" anterior, por favor) les suena como chiste/historieta divertida. Bien, él es Tony Lebanc y la película, "Las chicas de la Cruz Roja", se filmó en 1958. ¿Será que Asimov acertaba?