miércoles, 29 de febrero de 2012

El gran expolio

Como saben, en España se suelen jugar tres competiciones futbolísticas.

Una de ellas es la competición Barcelona - Real Madrid. De hecho, si los medios de comunicación reflejaran la realidad española, aquí sólo habría dos equipos. Estos dos compiten el uno contra el otro; incluso cuando compiten contra el resto del mundo, la verdadera competición es cuál de los dos es el que vence al resto del mundo. 

La segunda competición la juegan los demás clubes de Primera División, aunque esto es algo que a los seguidores de los dos grandes no les cabe en la cabeza. Sí, existen aficionados que prefieren a cualquier otro equipo. Y sí, estos equipos compiten entre ellos; no quieren ganar la liga, no sueñan con ganar la liga. Quieren ser terceros.

Esta segunda competición aparece alguna vez en los medios de comunicación: brevemente, los lunes, por decoro profesional, y quizás entre semana si al reportero de turno se le caen los huevos de vergüenza ante la poca enjundia de la noticia de que el Madrid o el Barça se han subido a un autobús o han llegado a un hotel.

Y la tercera competición es la de todos los demás. Desde el primero de Segunda hasta el último del último grupo de la liga laboral más humilde. Esto es ya directamente fútbol aficionado, fútbol de picnic dominguero, un jugar por pasar el rato. Sólo aparece en la prensa escrita los lunes, en el espacio reservado al cumplimiento de la función social del periódico en cuestión.

Yo, por supuesto, soy un seguidor de la segunda competición. Se me da un ardite lo que les pase al Madrí o al Barça, en qué puesto queden o si ganan o si no ganan. Reconozco que lo del Barcelona tiene mucho mérito y que el Madrid tiene, en el álbum de cromos, un equipazo. Como lo puedo pensar del Manchester United, del A.C. Milán o de los Oklahoma City Thunders de la NBA. No me generan ninguna pasión. Pero, ¡ah, mi equipo de mis amores! La vida carece de sentido cuando pierde, y sin embargo ¡que radiante día cuando le mete cuatro al Español! Lo que, por cierto, espero que ocurra alguna vez y yo que lo vea.

Este año vamos a bajar a Segunda. Es decir, el mundo se va a acabar para nosotros. Y yo estoy preocupado. No por bajar en sí mismo: antes, si se bajaba se volvía a ascender; era cosa de uno o dos años, a lo sumo. No, lo que me preocupa es que veo una dinámica perdedora: ya vemos normal bajar, es algo que aceptamos. Hace veinte años no se nos habría pasado por la cabeza, no sería una opción aceptable y si se jugase la promoción la ciudad iba a muerte con el equipo y el equipo a muerte por la ciudad. En cambio ahora el planteamiento es "Ojalá este año nos salvemos". Y me preocupa, porque he visto esto mismo antes en otros equipos: en el Castellón, en el Córdoba, en el Hércules, el Salamanca, el Elche, el Las Palmas, el Granada, el Sporting, el Huelva,... equipos que fueron de Primera, que se llegaron a considerar claramente de Primera, y que entraron en una dinámica perdedora que los llevó a aceptar la Segunda División y poco a poco a olvidarse de la Primera. En tiempos el Las Palmas jugaba la UEFA y era un equipo potente. Ahora les suena a imposible. Y es que estos equipos, batacazo tras batacazo, pierden a la afición, y ésta pasa a tener otro equipo favorito y al de la casa como equipo adicional. Y sin el apoyo de todos, los equipos dejan de sostenerse y se hunden, a menudo definitivamente.

Pero lo que me da rabia no es eso. Lo que me da rabia es que hace veinte años, en 1992, nos robaron a todos. Nos robaron nuestros equipos del alma, con premeditación y alevosía, en una jugada preparada desde dos años antes. 

Aquel año, ante la ruinosa situación financiera del fútbol profesional, los políticos decidieron que lo mejor era convertir los clubes de fútbol en sociedades anónimas. Así serían gestionadas por gente que se jugaba su propio dinero y se acabarían las deudas, los equipos darían beneficios y se cobrarían impuestos, y el mundo sería un lugar maravilloso.

Claro que hubo clubes que se olieron la tostada y se negaron. Adujeron que ellos no tenían pérdidas, que no gastaban lo que no ingresaban. Y el legislador dijo que vale, que ellos se salvaban. Eran el Athletic de Bilbao y el Osasuna. 

Y entonces el Madrid y el Barcelona, que también querían salvarse, presionaron "un poquito". Consiguieron que se cambiara la ley: se podía exonerar a los clubes que no hubieran tenido pérdidas algún año de los anteriores cinco. El límite justo para que ellos entraran. Los demás, a ser S.A.D. y a ser gestionados como tenía que ser.

No sé qué paso en otros equipos, pero en el nuestro la venta de acciones se programó en tres fases.

En la primera cada uno podía comprar hasta tres acciones. Nadie podía comprar cuatro.

En la segunda fase el número de acciones sería ya el que se quisiera; empezaba no sé qué día de julio, pero ese día se anunció... que ya se habían vendido todas al señor Solans y que ya no quedaban más para los aficionados. No hubo tercera fase y el club pasó a ser propiedad del señor Solans, por obra y gracia de una directiva anterior totalmente incapaz e impresentable. Solans murió años después y las acciones las heredó su hijo (¿recuerdan eso de "hombre rico, hijo tonto, nieto pobre"?) y luego éste se las vendió a un señor de Soria llamado Agapito Iglesias. Que quería tener un equipo de fútbol, y compró el nuestro. 

Ahora el equipo es suyo y no se le puede echar: nos puede echar él a nosotros, en realidad. Se ha jugado su dinero y con su pan se lo come (bueno, su dinero en teoría, que ya sabemos lo que pasó realmente). Antes, cuando el equipo no iba bien, al campo se iba con pañuelo y se hacía la pañolada de rigor. Gritos de fuera, fuera, todos los domingos y el torpe presidente de rigor dimitía. Y a veces el nuevo presidente conseguía cambiar el rumbo. Pero ahora...

Por eso digo que a la ciudad, a la afición y a todos nosotros, en suma, nos robaron el equipo de fútbol. Antes el equipo era de todos, y ahora es propiedad y capricho de un impresentable con ínfulas cualquiera. ¡Y pensar que nos dijeron que sería para mejor, que así se arreglaría la situación económica de los equipos y todo eso!

Y desgraciadamente, como no podremos echar al dueño el equipo no se enderezará y se irá al pozo de la Tercera Regional. Quien no me crea, que pregunte a los aficionados del Alavés, a dónde fueron con Piterman. O a los del Logroñes, a los del Burgos,...

Mientras siga ese tío, sin duda.