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Ha batido hace unos días Stephen Curry el récord de triples acumulados en la NBA. Dado que aún le queda mucha carrera por delante y que el tipo es muy bueno, no cesan las especulaciones de hasta dónde llegará y los elogios hacia él y su marca, frases tipo "registro estratosférico", "marca que nadie batirá", cosas así.
La NBA, como cualquier deporte americano, está lleno de marcas y registros. Hasta el punto de que algún chaval tendrá el récord de más partidos con más de 10 puntos, 5 rebotes, 6 asistencias y 2 robos o tapones en menos de 15 minutos cometiendo menos de 3 pérdidas y botando el balón menos de 100 veces antes de los 21 años y tres meses.
En Europa conocemos bien el ansia estadounidense. Lance Armstrong estaba obsesionado con el Tour de Francia, pero no con ganarlo, sino con ganarlo más veces que nadie. Ése era para él el reto. Y le daba igual el resto de carreras, por eso no nos caía bien a ningún europeo. Y no nos caen bien los deportistas que es precisamente lo que quieren ganar algo más veces que nadie. Los tenistas europeos, esos tres tenistas que ya saben, quieren ganar, pero porque quieren ganar el torneo que están jugando. No compiten por los récords, por ser el que ha ganado más; eso es una obsesión de los medios americanos que se contagia a los europeos por la debilidad intelectual de los nuestros.
Nos vamos americanizando, también en esto. Qué le vamos a hacer.
Por suerte, los récords tienen una cosa genial es sí mismos: cada vez son más difíciles de batir. Porque pensamos que tiene que haber un límite, una barrera física que no podemos saltar, y cuando un récord se bate el asombro es general: ese hombre (o mujer) ha logrado lo que nadie había logrado antes. Y cuando pasan los años y un récord no se bate su prestigio se agiganta.
Pensemos en el récord por excelencia, el récord más importante de todos: el de los 100 m lisos. El actual lo estableció Usain Bolt el año 2009, 9,58 segundos. ¿Lo batirá alguien? ¿Por mucho? Y ese récord ¿será a su vez batible? Tarde o temprano la respuesta será no. De momento es un tal vez, y eso hace que nos alegremos el día que alguien lo consiga.
Y si no es el velocidad, piense en el de salto de altura. O de longitud. O de lanzamiento de peso o jabalina. Quizá algún día nazca un portento físico que entrene como nadie antes y consiga lanzar la jabalina a más de 104 m, el récord que estableció un alemán del Este en 1984, antes de los controles de dopaje y con el modelo antiguo de jabalina. Puede que ese portento llegue a 110, pero ¿y a 130 m? ¿A 150?
Volviendo a la NBA, el récord por excelencia es el de puntos totales, que Kareem Abdul Jabbar estableció en 38.387. Jabbar se retiró en 1989, y desde entonces nadie ha llegado aún a esa marca. Se dice que Lebron James lo conseguirá (está por ver, de momento yo soy incrédulo), aunque si no es Lebron será otro otro día, es cuestión de tiempo. El récord caerá. Pues bien, recuerdo que en cierta ocasión le preguntaron a Kareem sobre ese asunto (seguro que se lo han preguntado miles de veces, mi recuerdo es de una), si no le iba a sentar mal perder el título de máximo anotador. Y él dijo que no. Que él no ve los récords como logros individuales, sino como logros de todos. Como marcas que se consiguen superar. Que él ha conseguido llegar hasta una cifra, y que confía en que haya más gente que lo consiga y que consiga llegar a cifras más altas aún. Al igual que todos nos alegramos cuando Usain Bolt corrió los 100 m lisos en menos tiempo del que necesitamos nosotros para correr 20. Y tiene razón. No hay que obsesionarse con ser el poseedor de un récord, hay que alegrarse porque se consiga batir una marca que parecía un límite para el ser humano. Es increíble, la carrera de Djokovic, lo que está logrando. No tiene que importarnos que bata récords de Nadal. Como dijo Indurain cuando Armstrong parecía que iba a ganar más Tours de Francia seguidos que él: que él (Indurain) no pensaba subirse a una bicicleta para impedirlo.
Volviendo otra vez a la NBA, hay algunos récords que lo son de verdad y que no creo que se batan jamás. Hay muchos récords, incluyendo el de más rebotes ofensivos en una serie de 5 partidos de playoffs, todos los que se quieran, pero en realidad sólo hay unos pocos que son récords de verdad. Otro aspecto a tener en cuenta es que los récords han de ser marcas que de manera consciente o inconsciente se quieran batir: nadie se obsesiona con ser el jugador que más rebotes ofensivos atrapa en una serie de playoffs de 5 partidos, lo que un jugador quiere en un partido de playoffs es ganar el partido, y si atrapar rebotes ofensivos contribuye los intenta atrapar. No es un récord que se quiera batir, si se bate es de casualidad. Este matiz es importante, porque hay jugadores que se obsesionan con los récords y las estadísticas. El ejemplo más claro es Russell Westbrook y su obsesión por el récord de triples dobles, una marca de Oscar Robertson el cual estableció la marca a posteriori, sin saberlo: en su época no existía el concepto de triples dobles, y fue años después de haberse retirado cuando se revisaron sus partidos y se descubrió lo que había hecho. Pues bien, Westbrook jugó sólo para conseguirlos. No para ganar partidos. Y eso desnaturaliza el juego, desde el momento en que no todos los jugadores juegan a lo mismo, no todos creen que el partido lo gana el equipo que más puntos mete. Westbrook competía para un cierto resultado estadístico (y mi opinión, más detallada, al respecto, la pueden leer aquí).
Los grandes récords de la NBA, de en mi opinión más fáciles a más difíciles, son:
1) El récord de puntos de Abdul Jabbar. La carrera de Abdul Jabbar, por longeva, nos tenía a todos asombrados. Ahora son multitud los que llegan a 20 años de carrera, Lebron lleva 19 y los que le quedan. También los jugadores envejecen mucho mejor que antes, y la prueba es que constantemente se baten récords de "el más viejo...". Lo que, por cierto, nos lleva a asombrarnos de lo bueno que era Jabbar de joven. Este récord se batirá, es cuestión de tiempo.
2) Los 17 tapones de Elmore Smith en 1973: ya va para los 50 años de la marca, y ahí sigue. Ese récord tiene su gracia: antes no se contaban los tapones, nadie se preocupaba por ello. Aquella temporada se empezaron a mirar pero los jugadores aún tenían los tics antiguos y se producían, como siempre, muchos tapones. En la tercera jornada o así Smith consiguió 17... y de pronto todo el mundo se dio cuenta de que había que evitar ser taponado. Y desde entonces. Pero este récord se batirá, y quizá antes del de Jabbar, aunque nadie lo haya hecho en 50 años. De momento, ya se ha llegado a 15 en varias ocasiones.
3)
Los famosos, famosísimos, 100 puntos de Chamberlain. Este récord no
tengo claro que se bata: en los muchísimos miles de partidos, creo que más de 65.000, que se han
jugado en la NBA nadie ha llegado al 80% de los puntos que llegó
Chamberlain aquel día, fuera de una ocasión en la que Kobe Bryant metió
81. Y son poquísimos los partidos en los que se llega a 70. Insisto, se
han jugado miles y miles de partidos y nadie se ha acercado aún. Pero quizá algún día veamos algún jugador que lo consiga.
4) Los 11 campeonatos de Bill Russell. Esto todo el mundo tiene claro que nadie igualará; yo no estoy tan seguro. Durante décadas, el record de Fangio pareció imbatible. A mí me pareció imbatible. En los últimos 20 años ya ha habido dos pilotos que lo han hecho migas. Así que quién sabe. Claro que... aparte de sus compañeros de equipo y época, sólo Robert Horry llegó a 7 campeonatos. Es decir, se ha acercado al 64% de su marca. Claro que Horry jugó 16 temporadas y Russell 13: visto así, Horry ganó en el 44% de sus años y Russell en el 85%. Ésa sí que es una marca que nadie batirá. O sí: Lebron James lleva jugadas 10 finales, puede que algún día salga un Curry o un Lebron en un equipo tipo Warriors del 2017 (o Celtics de los 60) y nos dé una sorpresa. Algún día. Y el que lo bata sería el jugador perfecto, y su marca sí que no se batiría ya más.
5) Los 55 rebotes en un partido, de Chamberlain. Desde el 83, en cierta ocasión un jugador llegó a 35. En sólo una ocasión, entre tantísimos miles de partidos. Y se quedó lejísimos de Chamberlain. La marca de Chamberlain parece una chorrada, pero no la va a batir nadie. Y con esta marca empezamos las marcas que nadie batirá jamás.
6) Los 50,4 puntos de media de Chamberlain en una temporada y los consiguientes más puntos totales, más partidos de 50 puntos, etc. Jordan, en la 86-87, cuando sólo jugaba a meter puntos y no a ganar partidos, logró 37,1 puntos por partido. No llegó al 74% del registro de Chamberlain. Puede que alguien, una noche, bata los 100 puntos de Chamberlain. La media en una temporada podemos estar tranquilos que nadie la batirá jamás. Salvo que cambien el juego.
7) 48,5 minutos de media por partido. Récord de Chamberlain, quién si no. Si pensamos que un partido de NBA dura 48 minutos... ¿cómo lo hizo? Pues porque en toda la temporada sólo estuvo sentado 30 minutos en total. Y se jugaron partidos con prórrogas, claro. Creo que todos tenemos claro que este récord sólo se batirá si deciden cambiar la duración de los partidos a por lo menos 60 minutos y vuelve a aparecer un fenómeno físico como Wilt.
8) 112 rebotes de equipo en un partido. Lo tienen los Celtics desde el día de Nochebuena de 1960. Actualmente los mejores equipos atrapan menos de 50 rebotes de media por partido. 112 rebotes significa que al menos se fallaron 112 tiros en ese partido, más los que atrapara el otro equipo más los que se fueran fuera. Si se suman los tiros que sí entraron, ¿cuántos tiros hubo en ese partido? Respuesta: los Celtics metieron 61 de 146 tiros de campo, y los Pistons 42 de 118; aparte, los primeros metieron 28 de sus 34 tiros libres y los segundos 22 de sus 27. ¡Los Pistons cogieron 60 rebotes! Este récord sí que no se batirá aunque cambien el juego.
Chascarrillo sobre el récord de rebotes: de los 20 partidos con más rebotes de un equipo, 12 son de los Celtics de Russell, 7 de los Filadelfia de Chamberlain y 1 de los Knicks en 1960. El último partido en entrar en esa lista se jugó en 1965. Y sólo en dos de esos partidos hubo prórrogas.
El récord de Jabbar se batirá porque es el récord que persiguen todos. El de Smith, porque ya se ha llegado muy cerca y es un récord de una noche: basta que una noche un jugador especial tenga un partido especial ante el equipo apropiado (igual que los récords de atletismo que se baten con "liebres"). El récord de los 100 puntos, puede que también y por la misma razón que el de Smith. Aunque lo cierto es que todos lo han intentado y en tantos miles de partidos no han conseguido acercarse ni al 80%. La media de puntos en una temporada no sé qué decir, quién sabe el monstruo que puede aparecer en el futuro. El récord de Russell tal vez, de nuevo porque es una marca que todos quieren batir. Pero los demás récords... su mera marca disuade a cualquiera de intentarlo. 112 rebotes, un equipo, en un partido.
Michael Jackson - They don't care about us